Los Libros y mi vida
Antes de iniciar este maravilloso ejercicio debo hacer una breve introducción sobre el tema de las bibliotecas. Desde pequeña siempre fui amante de la lectura, de los libros, historietas, cuentos, etc. Teníamos en casa un cuarto destinado a ellos, a los libros, el cuarto mágico que tenía su propio aroma y luz. Hace 5 años y medio decidí migrar a otro país y tuve que elegir un solo libro para traer conmigo. Fue un momento difícil, las gotas de sudor se mezclaron con las lágrimas. Acá, de a poco he estado alimentando una nueva biblioteca y por supuesto ese libro que traje conmigo está allí y forma parte del top 5 del ejercicio de hoy.
Muy bien, comencemos.
Top 5:
1- Ami, El Niño de las Estrellas - De: Enrique Barrios.
*Por la historia que cuenta*
El motivo por el cual escogí este pequeño libro, es porque a pesar de ser catalogado como libro infantil, en realidad es un libro para todas las edades (Aunque creo fervientemente que los libros no tienen ‘edad destino’, ellos son de alma libre), también porque me ayudó cuando estaba en proceso de investigación para un proyecto hace unos años atrás.
Al leer sus líneas podemos sentir magia y diversión, y al ser testigos de las conversaciones que mantienen sus personajes nos adentramos en ese mundo donde la imaginación y la inspiración nos llevan de la mano para re-pensar temas de la vida cotidiana, del amor y de la exploración del ser.
2- La Muerte del Comendador - De: Haruki Murakami.
*Por el Personaje*
Desde el primer libro que leí de Murakami tuve una conexión con su estilo y ya después no pude parar. Esta historia está dividida en dos libros y ambos son fascinantes. Sus personajes son interesantísimos y la idea de que todos necesitan curar heridas del pasado y de que en algún punto el arte y la filosofía sean los mejores remedios para ello, me resultó cautivador. Sentí empatía con el protagonista (un artista sin nombre), con su personalidad, sus frases, pensamientos, decisiones, y corazón.
3- Las Cinco Personas que Encontrarás en el Cielo - De: Mitch Albom
*Por el momento en que llegó a mi vida*
Este libro llegó a mí como recomendación de una de las personas que más amo y admiro, justamente meses después de que mi abuela materna muriera. Fue como si mi corazón y mis sentidos lo necesitaran, me ayudó a entender la muerte, el sacrificio, y un poco más la vida. Años después busqué su película, me encanta ver las historias de los libros llevadas al audiovisual, aunque no siempre sean fieles a su esencia.
Otro de los motivos por el cuál está en mi top 5 es porque fue el ‘escogido’, el único libro que pudo hacer la travesía del viaje migrante conmigo.
4- Juan Salvador Gaviota - De: Richard Bach.
*Por la persona que me lo regaló y recomendó*
Siempre había escuchado mencionar este libro en casa pero apenas lo leí hace 3 años cuando una de mis hermanas me lo regaló. Mi abuelo materno se lo recomendó a mis hermanas; el murió cuando yo tenía 6 años y no tuve el privilegio de conversar con él sobre literatura y demás temas profundos de la vida.
‘Todos somos Gaviotas’ - mi abuelo lo fue y él quiso que nosotras, sus nietas, también lo fuéramos.
5- A Little Book on Love - De: Jacob Needleman.
Éste fue el primer libro en otro idioma que me leí. Mi antigua jefa lo iba a tirar de su biblioteca y como yo estaba buscando hacer crecer la mía, lo tomé. No es una novela, son más bien pequeñas reflexiones y exploraciones sobre el amor reunidas en un pequeño libro.
- Las cinco personas que encontrarás en el cielo -
Eddie, un veterano de guerra de 83 años, un hombre solitario, rutinario y arrepentido por diversos momentos, decisiones y acciones de su vida, muere sorpresivamente en un trágico accidente. Allí en el parque de atracciones Ruby Prier, ubicado muy cerca del mar, allí donde creció y también murió - allí inicia y termina esta historia. Aunque el lugar más importante podría decirse que es el cielo, ese a donde su alma se dirige y comienza su aventura de vida después de la muerte. En el cielo, Eddie ya no siente dolor o tristeza, todo ha desaparecido.
Fue en la primavera del año 2014 cuando Amanda murió a los 82 años. Amanda Antonia, mujer bajita de manos suaves y pasos lentos; la de las manualidades, la amante del café por las tardes, la que odiaba el pollo en todas su presentaciones, la poeta, mi abuela. Pienso y creo que así como Eddie ella se fue al cielo y ya no sintió más dolor. A veces los dolores que nos acompañan en la vida no son solo físicos sino emocionales y éstos suelen aparecer desde la infancia o juventud. A Eddie le dolía su experiencia en la Segunda Guerra Mundial, le dolía su relación con su padre, pero sobre todo le dolía que su mujer se hubiese ido antes que él. De la misma manera, recuerdo que mi abuela cargaba con ella varios dolores, dos vacíos en su corazón que nos costó muchas veces distraer; la muerte de una de sus hijas cuando tenía tan solo 12 años, la muerte de mi abuelo en el año ’95, y el accidente de mi mamá en el mismo año. Pero no fue sino por las complicaciones por diabetes y su aparato respiratorio lo que dio pie a que a sus 82 años partiera de este mundo; no de una forma trágica, sino más bien tranquila, en casa, con algunos de sus hijos presentes. Tuvimos el privilegio y el tiempo de poder despedirnos de ella, de sanar viejas heridas que nos unían, porque como dice el escritor en una parte del libro: “El espíritu humano sabe, en el fondo, que todas las vidas se entrecruzan. Que la muerte no sólo se lleva a alguien, también deja a otra persona con vida, y en la pequeña distancia entre morir y quedar vivo, las vidas cambian”. No puedo asegurar cómo va su vida después de la muerte, solo puedo imaginar que al borrarse esos dolores físicos y emocionales, y al poder reencontrarse con mi abuelo y mi tía, ella se encuentra feliz. El tiempo fortalece la memoria, yo aún la recuerdo como si estuviese aquí; y aunque esté ausente físicamente, pedacitos de su historia viven en cada uno de sus descendientes.
Al leer el libro le lloré a Eddie y silenciosamente le lloré a mi abuela. Lloré porque comprendí que aunque una vida tenga su fin en la tierra, el amor seguirá vigente en el tiempo y en los rincones más insospechados de nuestra existencia.
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