Fragilidad

 El ser humano siempre ha querido mostrarse fuerte, demostrar que somos una raza resistente y valiente; pero la verdad es que somos tan frágiles como las hojas de un árbol en otoño. Hoy estamos aquí, mañana llega invierno y quién sabe.

Fue una tarde de un día de semana, ella manejaba en dirección a su casa pero los semáforos querían que llegara tarde o quizás el objetivo era que debía desacelerar un poco el ritmo de la vida. Solemos ir por ahí con ritmo acelerado, haciendo todo automáticamente ya sea por imposición o elección, y no nos damos cuenta de los detalles de alrededor como si miráramos solo a través de un largo tubo.

Al cambiar el semáforo de color vio que frente a ella estaban cruzando dos jóvenes, un chico y una chica; de repente y sin aviso una moto pasó a gran velocidad al lado de su carro y ¡Pum! colisionó con la chica. La moto y su chofer volaron hasta la siguiente calle, la chica cayó a unos pocos metros y el chico, pues el chico tuvo suerte porque corrió hasta la esquina sin ser alcanzado. Su mente quedó en blanco. De pronto algunos peatones comenzaron a acercarse, ella se adelantó con luces intermitentes y se bajó del carro. Fue una escena sin audio y ralentizada, la cual inmediatamente le hizo evocar otro momento de su vida - había viajado a su infancia, allí en las afueras del terminal donde esperaba junto a su hermana y su padre la llegada de su madre, quién había viajado para cuidar a la abuela. A pesar de haberle rogado ir juntas, su madre decidió ir sola. La vida, el destino y sus decisiones ¿verdad? Las horas pasaban y oscurecía, pero su madre no aparecía por ningún lado. En esa época el celular era un artículo ausente, se andaba con confianza y sin aviso. Su padre decidió regresar a casa y esperar, quizás había decidido quedarse un día más en aquel pueblo, quizás el autobús había salido antes de tiempo y no pudo llegar a él, quizás...

Al llegar a su casa, una de sus hermanas mayores corrió temblorosa hasta el carro para darles la noticia: el autobús donde viajaba su madre había tenido un accidente en la carretera. Ella estaba confundida, pensaba que su madre había llegado a casa para darles una sorpresa pero la verdadera sorpresa fue otra... ¿Su padre lo presentía? Al escuchar aquellas palabras golpeó repetidas veces el volante como si aquella pieza del carro fuese la culpable. Ya dentro de casa, sus hermanas mayores lloraban mientras su padre llamaba por teléfono; ella, en el medio de la sala veía todo en cámara lenta, escuchaba todo con interferencia. Su padre colgó el teléfono, buscó desesperadamente las llaves del carro en sus bolsillos y salió bruscamente por la puerta. - Regresó de sus recuerdos cuando el sonido de la ambulancia se llevaba a la chica y al motorizado, cuando las personas de alrededor volvían a la parada de autobuses y otras a sus carros para continuar con su trayecto; cada quién continuó con lo suyo como si no hubiese pasado nada... A veces no nos damos cuenta que aunque las agujas del reloj se sigan moviendo, en un par de minutos te puede cambiar la vida. Directa o indirectamente los acontecimientos a tu alrededor pueden llegar a tocar fibras de tu ser de alguna manera. Ella continuó su camino a casa, con frente sudada y manos frías. Lanzó un suspiro al aire al mismo tiempo que un par de lágrimas rodaron por sus mejillas.

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