Día en Terminal

 Daniela acababa de salir de su trabajo y se dirigía a la estación de metro más cercana. Para llegar a casa debía tomar el metro, un autobús y finalmente un taxi; toda una travesía día tras día. Decisiones vagas como sentarse en el asiento que da a la ventana o al pasillo ya no tienen tanta importancia para ella, aunque si que le daba importancia conseguir un asiento libre en la hora pico donde todos salen como hormigas apuradas como si viniese la lluvia. Y precisamente ese día estaba lloviendo, así que había mucho movimiento alrededor; ella se detuvo en la tiendita cercana a las escaleras del metro para comprar rápido un par de fideos instantáneos, un litro de leche y un paquete de galletas oreo. Eran las 5:30 pm y quería llegar a tiempo a casa pues a las 7 pm iban a transmitir la final de su serie favorita. Bajó las escaleras a un ritmo acelerado pero la frenó la fila de personas que se encontraban esperando el vagón de las 5:45 ya que el de las 5:30 se había ido. Al llegar el vagón ella hizo todo lo posible por entrar, no quería esperar el de los 15 minutos después, estaba decidida a irse en ESE, así le tocara viajar de pie y apretada entre la gente. Y así fue. Lamentaba mucho que ese vagón no tuviera aire acondicionado porque sentía que se sofocaba con tanta humedad alrededor, con la mirada recorría el techo y agradecía que no hubiese goteras o filtración de agua ya que afuera seguía lloviendo; también cerraba los ojos para pedir que a nadie se le ocurriese asaltar en ese momento o lanzarse a las vías del metro - Verán, en aquel país ya era popular el estado de descomposición de muchos servicios, medios y calidad de vida en general. Eran situaciones que muchos ya se estaban acostumbrando a tener, aunque suene un poco deprimente. Eras alguien raro si no tenías en tus anécdotas momentos de atraco, o si llegabas a tiempo a tu destino porque a nadie se le ocurrió tirarse a las vías del metro. Por eso siempre era mejor enfocarse en lo menos negativo de todo el panorama. Muchos podrían decir que esto era una actitud egoísta y conformista, pero era la manera de poder sobrevivir en aquel lugar plagado de infelicidad colectiva, odio, violencia, división y depresión. - “Estación la Bandera”, el aviso de que había llegado al primero de sus destinos la llevaron a correr entre las personas, subir escaleras y salir a la superficie para caminar un par de cuadras hasta el terminal de autobuses. Ya había parado de llover y el reloj marcaba las 6:15 pm. - “Aún tengo 45 minutos para llegar a casa, yo creo que sí llego a tiempo” pensaba Daniela, pero cuando estaba a punto de cruzar la calle para entrar al terminal de repente los semáforos dejaron de funcionar, muchos negocios cercanos comenzaron a cerrar sus puertas y al parecer ya no había corriente eléctrica. Las personas comenzaron a caminar rápido y algunas corrían, los carros comenzaron aglomerarse y a tocar sus cornetas pues todos querían avanzar pero obviamente no se podía, además de que muchos aún no sabían lo que en realidad sucedía. Daniela avanzó rápidamente y entró al terminal, ya habían restaurado la corriente eléctrica pero estaba repleto de personas; algunos de ellos lloraban, otros tantos comían en los puestos de comida rápida mientras otros celebraban y se abrazaban, en una esquina estaba una pareja discutiendo, en los pasillos habían algunos niños llorando y otros dormidos, cansados en brazos de sus padres; y el resto de las personas estaban concentradas en sus teléfonos, unos en llamadas y otros escribiendo mensajes de texto. Daniela estaba aturdida de tanto bullicio y tanta gente, aún no entendía qué era lo que había pasado, ella solo quería tomar rápido el autobús pero había retraso en varios de ellos, así que se acercó a dónde estaban algunos choferes concentrados, allí en uno de los puestos de comida y bebida estaban reunidos viendo la televisión. Como pudo se metió entre ellos y finalmente vio a qué se debía tanta locura y escándalo: El presidente había muerto. Daniela bajó los hombros derrotada, sabía que sería difícil salir del terminal, se iba a perder la final de su serie favorita y quizás hasta tendría que pasar esa noche entre todo ese bullicio... resignada, se acercó a una de las bancas, sacó el litro de leche que ya estaba tibia y abrió el paquete de galletas oreo, comió una de ellas y bebió un sorbo de leche mientras veía todo el ajetreo de alrededor; cada uno viviendo sus propias situaciones derivadas de un acontecimiento mayor, cada uno intentando digerir aquel momento a su manera, aferrándose al pensamiento de que al menos ellos aún seguían vivos.

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