Días en Casa
Nazareth y Alejandro, toda una vida juntos. Cuarenta y ocho años de casados y de convivencia de los cuales casi cinco vividos como migrantes en un nuevo país. Toda una vida dejada atrás y ahora en sus setenta años se encontraban experimentando un nuevo capítulo en sus historias. No fue fácil, no ha sido fácil acostumbrarse. Y de repente ¡PUM! llegó el 2020 acompañado de un virus, una pandemia mundial que los hizo resguardarse en su casa como si el silbón, la sayona, o el carretón, personajes de leyendas aterradoras de su país de origen estuviesen afuera esperando atacarlos.
Día 1 - Todo tranquilo, como siempre. Alejandro ve las noticias en la televisión mientras Nazareth en su silla teje como arañita un nuevo mantelito para su mesita de noche.
Día 15 - Alejandro limpia el patio, recoge algunos limones de su árbol y los lleva a la cocina. Nazareth cocina algunos frijoles con arroz para comer ese día.
Día tras día convierten sus actividades en una rutina. Se levantan, se cepillan los dientes, desayunan, se toman sus vitaminas, almuerzan, toman la siesta, se bañan, cenan y se acuestan. ¿Las variantes? Pues a Nazareth siempre le ha gustado tejer, coser, bordar y a Alejandro el trabajo con la tierra, la siembra, la carpintería. Lo bueno es que tienen un patio grande con algunos árboles frutales y también un cuarto con una máquina de coser y materiales para manualidades. Sus hijas con sus esposos e hijos viven cerca, pero han evitado visitarlos para cuidarlos de algún contagio. Alejandro extraña hablar en persona con ellos aunque no lo reconozca y solo lo haga a través de Whatsapp; y Nazareth extraña sus abrazos porque Alejandro sin virus o con virus no es muy fanático de las demostraciones afectuosas y aunque ya está acostumbrada, de vez en cuando le hace falta el contacto físico.
La cuarentena extendida, comenzó un mes de marzo y ya corría el mes de Octubre; Nazareth y Alejandro discuten por cuál programa de tv ver. Al final Alejandro se queda dormido viendo La ruleta de la suerte y Nazareth sentada en su cama resuelve algunas sopas de letras. Ya casi ni hablan entre ellos. Cada quien va por su lado de la casa. Bostezos. Nostalgia. Cansancio de no hacer nada, de hacer lo mismo en esas cuatro paredes. Fastidio de no ver a nadie más, de no poder salir, de la misma rutina día tras día y mes tras mes. Nada dura para siempre pensaban ellos, y efectivamente, los hilos y lanas de Nazareth se estaban acabando, ya no sabía qué tejer, su creatividad se estaba apagando. Ya no quedaban más hojas secas que Alejandro pudiese recoger en el patio y los árboles frutales ya no estaban dando fruto pues no era su época.
Se acercaba el mes de Diciembre, los contagios habían bajado y cuando ambos ya creían que no podían más del hastío, escucharon la puerta de la entrada principal seguido de unas voces. - ¡Alejandro, vinieron las muchachas con los niños! dice Nazareth emocionada. Primeras palabras después de tantos meses sin hablarse uno al otro. Ese día les volvió el alma al cuerpo. Sonrieron, jugaron juegos de mesa, merendaron con sus hijas, yernos y nietos; se sentían en las nubes. Pudieron celebrar Navidad y Año nuevo juntos, todo era felicidad al retomar las actividades familiares y más aún conociendo las noticias de las posibles vacunas. Llegó el año 2021, salían al mercado a hacer sus compras e incluso hasta visitaron una playa cercana en una tarde. Pasaban los meses y cuando estaba acercándose la fecha de su cita para vacunarse comenzaron a surgir variantes del mismo virus y ¡PUM! ambos dieron positivo. Meses y meses de cuidado, distanciamiento social, soledad y aburrimiento en casa pasaron por sus mentes. Pero si hay algo que tienen en común este par de septuagenarios es que sus sistemas inmunes son tan fuertes que ahora después de un par de meses de susto, ella sigue tejiendo en casa y él sembrando nuevas frutas en su huerto; ambos coinciden en que un poco de rutina en casa no le hace daño a nadie.
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