Una Tarde Cualquiera
Rostro blanco como porcelana, cabello largo y negro, ojos tristes. Ese día llevaba puesto un hermoso vestido color amarillo con mariposas bordadas. Estaba sentada en una banca de madera en lo que parece ser el patio de una casa; dos árboles de jacaranda se encuentran en el fondo. Al lado de ella estaba un perro sin raza conocida, de color miel, de tamaño mediano y aspecto tierno.
Pareciera una tarde cualquiera, posiblemente en primavera. Esa era la estación preferida de ambos. Ella había ascendido pero él, por alguna extraña razón seguía deambulando triste y solo en aquella gran casa abandonada.
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