Nochebuena de Luna Nueva


Bárbara es una niña de siete años de edad, su color favorito es el rosa y le encanta jugar con muñecas. Con ellas crea historias, cada día, una nueva. A veces lo hace sola, otra veces con sus primas pequeñas.

En su carta al Niño Jesús de ese año le pidió lo siguiente: Una casa de campaña color rosa, una muñeca Barbie, Patines y que su sueño más grande se hiciera realidad. El sueño era un secreto para todos, pero ella creía firmemente que el Niño Jesús lo sabría, ya que él todo lo sabe.

En Nochebuena ella se acostó a dormir mirando hacia la ventana y deseando que todo lo de su lista se hiciese realidad. Era noche de luna nueva, la luna de los deseos...

A la mañana siguiente Bárbara abre sus ojos al ver que se cuela un poco la luz del sol por la cortina de su ventana. Se siente un poco diferente, ligera. Luego de un bostezo, se lleva su mano derecha a la cara para frotarse los ojos, pero al hacerlo se da cuenta de que... su mano es de plástico y un poco rígida. Su corazón se acelera y abre bien los ojos para verse ambas manos y brazos. Lo confirma, ¡hay algo raro! Se sienta en la cama y siente que una larga cabellera cae por encima de sus hombros, la toma y ve que es de una textura diferente, la huele y percibe una aroma a ¡plástico! Se levanta de un brinco y observa a su alrededor. Su habitación sigue siendo la misma, su cama rosa, su peinadora, sus libros, cuentos, muñecas, peluches, juguetes, todo igual, en el mismo lugar y con el mismo aspecto del día anterior. Camina despacio hasta el espejo y lentamente abre sus ojos y boca en señal de sorpresa: ¡Se había convertido en una muñeca! Por dentro seguía la misma niña juguetona y soñadora, pero por fuera, era simplemente de aspecto diferente: plástico, ojos grandes, y hasta un poco más alta de estatura. No lo podía creer. Su sueño se hizo realidad. Ahora solo le quedaba recibir la casa de campañan, la muñeca Barbie y los patines, en la mañana de Navidad.

Emocionada, se dirigió a su clóset y comenzó a combinar piezas aquí y allá, hasta dar con su atuendo perfecto para la ocasión.

Abrió la puerta de su cuarto y comenzó a bajar las escaleras muy despacio. Abajo, en la cocina, se escuchaban las voces de sus padres y hermano. Estaban desayunando.

- ¿Y si se asustan? era lo que Bárbara pensaba, pero al mismo tiempo el pensamiento de sorpresa y felicidad albergaba su mente.

Asomó su cabeza por la pared, y efectivamente allí estaban todos. Su madre leía el periódico, su padre tomaba café y su hermano mayor comía despacio sus hotcakes. Asomó una pierna, cuando su madre la llamó: - ¡Bárbara baja a desayunar! y en ese instante, saltó hacia ellos. ¡Sorpresa! les dijo.

Los tres voltearon a verla y sonrieron, pero no se asustaron, no se alarmaron; más bien todo lo contrario, siguieron igual.

- Aquí están tus hotcakes cariño. Le dijo su madre. Mientras que su padre le hizo un gesto de cariño en su cabeza; y su hermano solo siguió comiendo. Bárbara estaba inconforme, en el fondo quería saber si ellos la veían como ella era ahora, si la veían diferente. Fue entonces cuando su hermano volteó a verla de nuevo, miró su plato y le preguntó: - Barbi, ¿te las vas a comer todas, o me puedes dar una? Bárbara se sobresaltó y abrazó a su hermano. Sabía que alguien tenía que darse cuenta de su cambio... pero no fue así. Su padre curioso le preguntó a su hijo: - ¿Y ahora por qué llamas a tu hermana así?

A lo que su hijo respondió: - Es que en el instituto hay una nueva compañera que se llama Bárbara y ya todos le dicen así.

Bárbara descontenta se levanta y les dice a todos: - ¡Es que acaso no ven que ahora soy una muñeca! Miren mis manos, mi cara, mi cabello... Soy como una Barbie.

Todos la miraron comprensivos y le sonrieron. Su madre fue la primera en hablar: - ¡Claro que eres una muñeca! Nuestra muñequita.

- Pero no ven que... Bárbara quería seguir hablando pero la voz de su padre la despertó.

- Bárbara es hora de despertar, baja para que desayunes. Abajo te están esperando tus regalos.

Todo había sido un sueño, o pesadilla... pero rápidamente se le olvidó pues al bajar vio que había tres cajas de regalos con su nombre. Bárbara había recibido las tres cosas de su lista en esa mañana de Navidad. 


 

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