Diario de una Adaptación
Día 15 -
Llevo apenas quince días en este país.
Quince días de sorpresas, de nervios pero también de emociones.
Trato de no acostumbrarme, sino de adaptarme. Pero es difícil. Me agobia estar rodeada de tantas personas, el bullicio del tránsito, el ir y venir de aquí para allá como si se te fuese la vida sino corres.
No me puedo quejar, llegué y conseguí rápido un cuarto dónde vivir, tengo lo básico: una cama, una mesita y de a poco sé que voy a ir completando las cosas que necesito. Aún tengo mi ropa en la maleta así que cuando me paguen en el trabajo me compraré un aerocloset. Lo sé, todavía no he recibido mi primer sueldo y ya lo estoy gastando... Hice una lista con cosas que necesito, y añadí el envío de dinero para allá, para mi familia.
Ellos son la fuerza que me mantiene. Por ellos estoy aquí. Porque de querer viajar, siempre lo quise, pero como turista o aventurera, no como migrante. Pero aquí estoy y trato de no quejarme.
Día 18 -
Hoy entro a trabajar a las 9 am. Por cierto, debo tratar de conseguir otra marca de café, una que sea parecida a la de allá porque la que compré la última vez sabía un poco a aserrín.
Continuación Día 18 -
Hoy fue un día agotador. Pero a pesar de todo hubo cosas buenas. El compañero de trabajo que creía que yo venía a quitarle su puesto ya se dió cuenta de que no era así. Hablamos un buen rato a la hora de comida y me estuvo enseñando algunas palabras de aquí. Por cierto, huele muy bien. Su comida y él.
Día 22 -
Estoy exhausta. Escribo esto mientras ceno algo. Un pan con mantequilla y queso. Con mi cuarta taza de café del día. Ya la cafeína no me hace efecto, y lo sé porque apuesto a que termino de escribir esto y me quedaré dormida hasta mañana.
Día 29 -
Hoy me pasó algo rarísimo cuando venía en el metro de regreso a casa. Llevo casi un mes aquí y aunque la lista de conocidos está creciendo, me sigo sintiendo sola. He tenido muchos déjà vu , pero han sido de lugares, momentos e incluso personas. En el metro me sentí un poco sin aire, creo que tenía la presión alta. En la segunda estación se subieron varios extranjeros... bueno, yo también lo soy; pero ellos iban en grupo, se veían felices, hablaban un idioma que nunca supe descifrar. No era inglés ni francés, esos si los reconozco. ¿Sería croata o ucraniano? en fin... En unos asientos cercanos a mí iban un par de Japoneses guapos, crucé miradas con ellos pero luego me dio nervios y volteé a mirar hacia otro lado. Allí pude ver a varios latinos: Colombianos, Mexicanos, y creo haber escuchado a un paisano hablando por teléfono. Me sentí como en una película. Sonreí por un momento.
Una vez que pude sentarme cuando se vació un poco el vagón, saqué mi libro y me puse a leer; pero por más que intentaba no me pude concentrar. Leía cinco veces la misma línea. Cerré el libro y lo guardé en el bolso. Un olor a comida hizo que volteara y allí estaba un niño acompañado por su madre comiéndose un burrito. Un hombre se levantó de su asiento al ver que una mujer embarazada se había montado en el vagón y le cedió el puesto. Recordé cuando eso sucedía allá en mi pueblo y volví a sonreír. Tenía mucho tiempo que no veía esto. No me quiero arriesgar pues llevo poco tiempo viviendo aquí, pero parece que la gente sigue siendo buena. No he visto tanto egoísmo ni violencia. Venirme para acá fue una oportunidad que debía tomar. Por muy sola y extraña que me sienta, sé que tomé la decisión corrrecta.
Día 75 -
Tenía muchos días sin escribir. Los días pasan rápido, definitivamente aquí la vida es más acelerada. He estado muy ocupada con el trabajo, pero me gusta. Creo que me estoy adaptando.
Ya en el metro no me subo sola, vengo acompañada. Resultó que uno de los Japoneses del otro día me reconoció de la escuela, del pueblo. ¡Había estudiado conmigo en la primaria y yo ni me acordaba de él! La semana siguiente de aquel día me lo volví a topar y conversamos por todo el camino. De hecho se le pasó su estación y decidió acompañarme... aunque creo que lo hizo a propósito. Definitivamente el mundo es un pañuelo como diría mi abuela.
Anoche conté lo que llevo ahorrando y creo que para inicios del próximo año podré envíar una parte del dinero para que se vengan mis padres. A pesar de que esta es una ciudad muy movida, bulliciosa, y diferente para ellos, aquí estarán mejor. Conseguimos medicamentos, alimentos y lo mejor de todo es que estaremos juntos.
Día 78 -
En estos días me puse a pensar en todos los sueños que tuve que abandonar estando viviendo en mi país. Y luego, en todos los sueños que se desvanecieron con mi decisión de venirme hasta aquí. Pero ahora veo cómo algunos de ellos van recobrando vida, y otros nacen de cero como botones de flores en primavera.
Cada día aquí es una oportunidad, cada experiencia me transforma en alguien distinta.
Así que continúo mi camino entre días y noches, entre el trabajo y el metro, entre añoranzas y sueños, trabajando bajo el sol y descansando bajo la luna, en mi propia danza de alegrías y pesares, de felicidades y tristezas.
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