El gran misterio
Domingo. Tarde lluviosa. La neblina baja lentamente de las montañas a las calles de la ciudad. En su departamento, Amaia toma café mientras mira por la ventana. Su celular vibra indicándole que ha recibido un mensaje, el sonido la despierta de su ensimismamiento. Se acerca al mesón, toma el celular y lee un mensaje proveniente de un número desconocido.
- “Hoy me voy a reunir a las 6pm. Cuando salga te aviso para vernos donde siempre”.
Amaia lo borra. No sabe quién es y tampoco le importa. Deja la taza en el fregadero, toma un par de galletas de mantequilla y camina hacia su cuarto.
Se sienta en su cama, se termina de comer las galletas y enciende el televisor. Comienza a hacer zapping y se detiene cuando escucha una vez más que a su teléfono le ha llegado otro mensaje.
- “¿Podrías traer leche, huevo y pan? No tenemos para cenar.”
Amaia mira confusa el número. De nuevo un número desconocido. Borra el mensaje. Y piensa: - Pobre, se ha equivocado y con esta lluvia quién sabe si le llevan comida para esta noche.
Continúa haciendo zapping hasta que se aburre. Así que decide apagar el televisor, mira la hora en su celular y marca las 4:45 pm. Se asoma un poco por la ventana y comienza a pensar en aquellos mensajes. De nuevo, vibra su celular. Amaia da un brinco y abre el mensaje.
- “Lo de ayer estuvo bueno. ¡Que se repita!”
Amaia se ríe. Esta vez el mensaje si era para ella. Le responde con una sonrisa en el rostro y luego se sienta frente a su laptop. Enciende un incienso, le habla a Alexa.
- Alexa, pon música de Ella Fitzgerald.
El dispositivo comienza a reproducir ‘The Nearness of You’ mientras Amaia abre un documento nuevo en su laptop y se queda mirando concentrada la página en blanco. Un nuevo mensaje llega. Toma su celular emocionada pero ve que una vez más es un mensaje de un número desconocido.
- “¿Por qué aún no llegas? Tengo rato esperando. Aquí acaban de llegar unos tipos raros y no dejan de mirarme.”
Amaia con rostro extrañado duda entre responder o no. No conoce el número y la foto de perfil es solo un paisaje. - ¿Quién podrá ser? se pregunta. Lamenta haber borrado los otros mensajes pues su mala memoria no le ayuda a reconocer si es el mismo número de los otros mensajes. - No creo. Uno era sobre llevar comida, otro era sobre reunirse... ¿Será que clonaron mi número o alguien dio mi número por equivocación y ahora me llegan estos mensajes a mi? ¿Quién será toda esta gente? Estos y muchos pensamientos surgieron en su mente. Borra el mensaje. Intenta dejar a un lado sus pensamientos y comienza a escibir sobre su página en blanco. Se detiene y busca en su celular el número de su compañia telefónica pero antes de iniciar la llamada, llega otro mensaje.
Amaia lo abre curiosa y lee.
“Si es por tu plata, ya te dije que te voy a pagar. Tengo a tu hija enferma y tengo mil cosas en la cabeza. Sé que lo haces por maldad. ¡Déjanos en paz!”
Los latidos del corazón de Amaia se intensifican, su respiración también se acelera. Mira fijamente la pantalla de su celular.
- Definitivamente no es el mismo número al último mensaje. Puede que algunos estén relacionados pero cómo saberlo si ya he borrado los otros.
Pensó Amaia.
Comienza a morderse las uñas. Deja el teléfono en la cama. Sale del cuarto, toma otra taza y se sirve otra vez café. Toma un sorbo. Su teléfono vibra por sexta vez en aquella tarde. El reloj marca las 6pm. El cielo oscurece rápidamente y la lluvia sigue cayendo. Entra al cuarto y ve que está recibiendo una llamada. Asustada voltea su celular y se alivia al ver que es de un número registrado, es su editor. Pero también ve que tiene otro mensaje. Contesta.
- ¿Cómo vas?
Se escucha del otro lado de la llamada. Amaia titubea.
- Aún no termino. ¿Para cuando me dijiste que tenía que entregar?
- Te quedan once días Amaia.
- Bien, bien. Te aviso cuando lo tenga ¿Vale?
Amaia cuelga la llamada y abre el mensaje. Sentía una mezcla de curiosidad, miedo y excitación.
- “Sé que andas con mi mujer. Dime dónde están o ya sabes de lo que soy capaz.”
Amaia suelta el celular. Sus pensamientos van de a un lado a otro. Se truena los dedos y toma de nuevo el celular.
- Tiene que ser algo de la compañía telefónica. Quizás con esta lluvia hay problemas de conexión.
Repite en su mente una y otra vez mientras llama a la compañia telefónica; pero solo se escucha el tono... una vez, dos veces, cuatro, seis, nueve. Amaia cuelga y ve que su batería está muy baja. Llega otro mensaje, al mismo tiempo en que un trueno cae repentinamente en la calle de enfrente y se corta la energía eléctrica en su departamento y en todos los edificios de alrededor. La lluvia se intensifica. En su cuarto, lo único brillante es la pantalla de su celular y su rostro que lee con ojos bien abiertos ese último mensaje.
- “Amaia te propongo dejar tu lado mental a un lado y dejarme un poco la última palabra. Todo lo que te sucede y todo lo que hay dentro de ti es el gran misterio. Pero no te darás cuenta de ello hasta que dejes caer el manto. Por eso es mejor morir antes de morir.”
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