Un mundo nuevo
Aprender nuevas lenguas no sólo
nos enseña cómo piensan y sienten otras sociedades, no sólo nos enseña sus
valores y cómo se expresan, sino también nos proporciona una especie de espejo
cultural dónde podemos ver un poco más claro nuestra propia sociedad.
Julia había llegado a un punto en su
vida en que todo era aburrido, monótono; estaba cansada de las mismas
actividades, de los mismos rostros, de los mismos olores y sabores, de las
mismas imágenes e historias, de los mismos sentimientos que al mismo tiempo se
estaban tornando fríos y sin sentido. Sabía que nada de eso cambiaría si ella
misma no cambiaba su manera de ver, pensar y sentir; muchos le recomendaron
reposo en su casa, otros le recomendaron que se casara y tuviera hijos y
algunos le recomendaron irse de viaje por el mundo. Ella simplemente decidió, primero
que nada aprender un nuevo idioma.
Pasaban los días y Julia estaba aprendiendo
y conociendo una nueva cultura, conociendo nuevos rostros, haciendo nuevos
amigos, probando nuevos y diferentes sabores, sintiendo sensaciones y emociones
que no había experimentado antes. Al mismo tiempo la visión hacia su vida, su propia
cultura y su gente estaba cambiando, pues hablar y conocer una nueva lengua
hace que el mundo sea un nuevo mundo.
El destino de Julia estaba escrito,
como el de todos.
Su vida estaba cambiando, su mundo
se estaba iluminando, estaba lista para salir de viaje, ahora sí, con una nueva
mirada, con sentimientos renovados y con todas las ganas de abrazar a ese mundo
nuevo que esperaba por ella con los brazos abiertos.
Ilustración: Naohisa Inoue.
Comentarios
Publicar un comentario