Sentada en la butaca



“Las mujeres nos enamoramos de la ficción, sólo a través de ésta podemos derrotar a la realidad, aunque sea durante 90 minutos, en formato de 35mm. En el cine nos reinventamos, podemos tener a todos los amantes y también huir de ellos cuando queramos”, con este fragmento del libro “Los cuentos de Natalia” de Carolina Lozada comienzo este texto.
El cine, ese lugar donde las personas se sientan a ver historias a través de imágenes y sonidos; ese lugar de distracción donde vamos solos o acompañados; ese lugar donde aprovechamos la oscuridad para llorar o donde también reímos a carcajadas; ese lugar donde logramos experimentar un sinfín de emociones por un tiempo determinado; ese lugar mágico, dónde, como dice Carolina Lozada podemos derrotar a la realidad, huir, o reinventarnos.
Pero en realidad, es más que un lugar… Para mí, el cine es una experiencia, y me atrevo a decir que una de las mejores de la vida; el cine es una narración, soy partícipe de ella desde el comienzo hasta el final, me gusta disfrutarla en silencio, expectante de lo que pueda pasar o de lo que hubiese pasado, disfruto sintiendo empatía con los personajes; una vez sentada en la butaca con las luces apagadas todo a mi alrededor desaparece por los escasos 90 – 120 minutos. Y eso que siempre he querido voltear hacia atrás y ver la cara que todas las personas ponen en la oscuridad mientras ven una película en la sala de cine, así como lo hacía Amélie en una de sus escenas, pero no he podido hacerlo ya que ese momento es muy íntimo para mí, así como un beso, o un abrazo, en que todo lo demás importa muy poco…
Lamentablemente para muchos en mi país “ir al cine” es solo pagar una entrada, comprar cotufas (palomitas), y sentarse a conversar con el o los acompañantes sin tener un poco de respeto hacia los demás espectadores o hacia lo que representa la película en sí… Creo que hace falta un poco más de educación, sensibilidad, respeto y ¿por qué no? hasta sentido común…
Y digo esto porque este tipo de situación se hace cada vez más frecuente y para mí es molesto, triste y hasta doloroso. Quiero aclarar que no pretendo cambiar la visión o sentimientos de los demás espectadores hacia la experiencia de estar en una sala de cine, me gustaría, pero no puedo; porque como decía mi abuelo: “Cada cabeza es un mundo y si todos pensáramos iguales… bueno, simplemente sería aburrido”. Yo solamente escribo esto porque no sé callar a mis dedos… escribir mis inquietudes, mis sueños y fantasías es lo que hago, por eso heme aquí… y quizás por mi carácter romántico es que pienso, creo y defiendo lo siguiente: “El cine es como el amor, es algo etéreo, que si no se siente, no se vive, no se puede explicar o definir”… Ésta, es mi más preciada percepción.

Imagen:"Mujer sentada en una butaca" de Pablo Picasso.

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