La Dragón y El Ratón
En una tierra muy lejana donde el
sol reinaba e iluminaba cada rincón, vivía una Dragón de gran tamaño, de color
amarillo con alas de color azul zafiro, ojos tristes y cola alargada.
Sola en su cueva, a veces le
gustaba salir a volar por encima de los bosques, sentir la brisa en su rostro,
tocar las nubes con sus alas y observar los hermosos paisajes de los
alrededores. En realidad ese era su pasatiempo favorito, pero su sueño desde
muy pequeña era ser una bailarina y realmente tenía talento y vocación, sin
embargo debido a su carácter un poco tímido y sensible, nunca podía demostrarlo
delante de algún público.
De pequeña bailaba a escondidas
detrás de las grandes piedras o árboles, en la noche lo hacía mientras sus
padres dormían, hasta que un día decidió salir a conocer el mundo, vencer sus
miedos e intentar lograr su sueño de ser bailarina.
Una vez creyó haber reunido toda la
valentía que necesitaba y se acercó a una fiesta que había cerca de su cueva;
en ella estaban varios animales del bosque: la familia león, el tigre comelón,
la tortuga dormida en una esquina, ardillas, pájaros de todos los tamaños y
colores, la pareja de osos que comían miel de unos envases, y a un lado estaban
una banda de murciélagos que tocaban varios instrumentos mientras el Ratón
cantaba con los ojos cerrados y su voz angelical.
Desde lejos la Dragón observaba y
suspiraba por la música, por aquella voz que le transmitía muchos sentimientos,
muchas emociones, no sabía por qué o cómo pero su corazón brincaba muy fuerte y
se sentía feliz. Al terminar una de las canciones la Dragón decidió salir,
mostrarse delante de todos y saludarlos pero apenas pudo abrir su boca para
decir:
- ¡Hol…!
Porque casi todos al verla inmediatamente
salieron corriendo, gritando, algunos se empujaban y otros se desmayaban.
En fin, su aparición hizo de la
fiesta del bosque un completo caos. La guitarra, batería y demás instrumentos
quedaron destrozados, los alimentos y bebidas regados por todo el piso y de las
luces que decoraban el lugar sólo quedaba una encendida. Después de unos
minutos y cuando ya no quedaba nadie, ella decidió sentarse encima de una gran
roca dejando caer varias lágrimas, luego sintió que alguien la observaba, miró
por todos lados pero no vio a nadie, sin embargo, se levantó de inmediato al
escuchar un crujido de hojas secas y cuando se dispuso a caminar rápidamente
sintió algo encima de una de sus patas, bajo la mirada y vio al pequeño Ratón
cantante que la miraba con ojos tiernos, amables y que le ofrecía con una de
sus patitas un pequeño pañuelo de color azul cielo.
La Dragón lo miró un poco
desconfiado pero el ratón se subió hasta llegar a su gran hocico y comenzó a
secarle las mejillas con su pequeño pañuelo, el cuál debía exprimir con cada
lágrima que le secaba. Al terminar, el ratón se bajó, guardo su pañuelo y le
extendió su patita derecha diciéndole:
-
Me llamo Antonio, ¿Puedo saber tu nombre?
La Dragón conmovida y agradecida le
extiende su gran pata y con mucho cuidado saluda al Ratón:
-
Mi nombre es Margarita.
-
¡Como la flor! Le responde
el Ratón amablemente haciendo sonreír tímidamente a la Dragón que le asiente
con la cabeza.
-
Con la diferencia de que la flor es más hermosa, más pequeña y a todos les
agrada. Le dice la Dragón con tono nostálgico.
-
Mmm… Eso no es del todo cierto. Verás, yo tengo un primo que es alérgico a los
girasoles, en realidad no le gustan las flores… Además, ¿Quién dice que tú no
eres hermosa? Le preguntó el Ratón.
Y a pesar de sonrojarse, la Dragón
se sentía tan a gusto con aquella conversación que se volvió a sentar encima de
la gran roca. El Ratón también aprovechó y se subió hasta la rama del árbol que
se encontraba más cercano a la Dragón y continuaron su charla.
- Pues parece que aquí todos son como tu primo porque apenas me ven les
da alergia y se alejan rápidamente. Le cuenta la Dragón con mirada triste.
-
¡Pero yo me quedé! Resulta que hay a quienes sí les gustan esa clase de flores.
La Dragón comenzó a sonrojarse,
tanto que por sus grandes orejas le comenzó a salir humo de color rosado. Apenada
se dio media vuelta y subió su mirada al cielo mientras el ratón sonriente la
observaba.
- ¿No tienes miedo de mí?, ¿No temes que te eche fuego por mi boca?
Le dijo la Dragón.
-
¿Por qué lo harías?, ¿Tienes hambre y me quieres comer? Si es así, creo que con
un poco de sal encima tendré mejor sabor.
La Dragón comenzó a reírse
tímidamente pero luego soltó varias carcajadas. El Ratón también reía. Y
acompañados por la luna llena y muchas estrellas ambos siguieron conversando
toda la noche. Hablaron de música, de sus comidas favoritas, de la fiesta y de
la primavera que recién estaba comenzando. El Ratón le contó de su numerosa
familia, de que todos vivían separados pero que siempre se reunían para
compartir ratos agradables; le contó también de su sueño de ser un gran
cantante aunque por su tamaño quizás se conformaría con ser solo un cantante,
de sus ganas de viajar por el mundo y conocer nuevos lugares. La Dragón emocionada
lo observaba narrar sus cuentos, se dio cuenta de que ella no era la única
soñadora, se sentía feliz por eso.
Así que decidió abrir un poco su
corazón dejando entrar esa brisa fresca que nunca en su vida había sentido, por
lo menos desde que salió de su casa a conocer el mundo; y era su turno de
contar cosas.
Comenzó contando los momentos
alegres junto a sus padres, cuando aprendió a volar y finalmente cuando se mudó
sola a esa cueva en el bosque porque había decidido intentar hacer realidad su
sueño. Eso despertó la curiosidad del Ratón.
- ¿Y cuál es tu sueño? Le preguntó.
Pero a pesar de la confianza recién
creada con el Ratón, la Dragón no se atrevió a contarle en ese momento su sueño
de ser bailarina, así que decidió bostezar y decirle:
- ¿Puedo contártelo otro día? … si quieres.
El Ratón emocionado le respondió: - ¡Claro que sí! Así nos volveremos a ver.
La Dragón se levantó, le sonrío
tímidamente al Ratón y camino hacia su cueva. El Ratón la observó alejarse y
luego de un suspiro se adentró en el bosque. De esta manera y esa noche de luna
y estrellas infinitas nació sin querer una amistad que se convertirá en ejemplo
para muchos en el bosque y más allá.
En los días siguientes la Dragón
amanecía más sonriente que de costumbre, mientras desayunaba un plato de ensalada
de frutas tarareaba una canción y movía su cola; después de tanto tiempo había
conseguido un amigo, sentía que sus días serían más divertidos y aunque sabía
que aún los demás le temían, se había aferrado a ese nuevo y único amigo. El
Ratón.
Una mañana de sol intenso la Dragón
salió a pasear por el bosque con la esperanza de conseguirse con el Ratón,
después de caminar un largo rato y no obtener resultados decidió emprender su
paseo por los aires pero justo antes de comenzar a volar se topó con una
tortuga que se encontraba comiendo un poco de pasto y que al verla
inmediatamente se escondió dentro de su caparazón. La Dragón decepcionada
estaba dispuesta a huir por los aires pero recordó a su amigo el Ratón y le dio
fuerza para agacharse, asomarse dentro del caparazón de la tortuga y hablarle
con su dulce voz:
-
¡Hola! No temas de mí…
La tortuga aún sin salir de su
caparazón comenzó a temblar. La Dragón quiso intentarlo una vez más.
- Me gustaría ser tu amiga, no te haré daño. ¡Vamos, sal!
Al no tener resultado, la Dragón
decide levantarse, darle la espalda e irse con grandes pisadas. La tortuga poco
a poco saca su cabeza, abre sus ojos y observa a la Dragón alejarse cabizbaja
entre la espesura del bosque.
En la tarde de ese mismo día el
cielo se nublo, caían gotas frías de lluvia y la Dragón acostada en la entrada
de su cueva veía la lluvia caer hasta que sus ojos se cerraron y cayó en un
sueño profundo. En su sueño ella volaba por el cielo despejado, los pájaros que
pasaban cerca de ella la saludaban, había un arcoíris entre las montañas pero
el viento no dejaba de susurrarle:
-
¿Qué es lo que realmente quieres? Busca tu inspiración.
Y una vez más: - Busca tu inspiración.
La Dragón confundida decidió descender
al bosque y una vez abajo se consiguió con dos caminos en el bosque, en uno
podía ver a todos los animales del bosque reunidos esperándola con sonrisas y
brazos abiertos y del otro lado podía ver un vestido de bailarina y un
escenario lleno de premios, ella podía escuchar una música de fondo.
En ese momento el viento volvió a susurrarle
lo mismo:
- ¿Qué
es lo que realmente quieres Margarita?
-
¿No puedo tener ambas cosas? Gritó la Dragón al viento.
-
A veces en la vida tienes que tomar decisiones, y a veces en la vida no puedes
tenerlo todo…
-
¡¿Por qué no?!
La Dragón le volvió a gritar al
viento, en ese momento ella podía escuchar los fuertes latidos de su corazón,
sentía cómo gotas de sudor corrían por su cuerpo, su respiración era agitada y
comenzaba a salir humo de color rojo por sus orejas. Todo eso indicaba que su
humor estaba cambiando, sus ojos se tornaron de color rojizo y comenzó a botar
fuego por su boca y quemar todo a su alrededor.
La Dragón se despertó con el
corazón acelerado, y dejó caer unas lágrimas de sus ojos. Estaba asustada y
confundida; aún llovía pero eso no le importo y decidió salir a volar por los
alrededores. Después de unos minutos la lluvia caía aún más fuerte, comenzó a
sentir sus alas pesadas y casi no podía ver a causa de las nubes grises que se
encontraban amontonadas en el cielo, decidió bajar pero antes de hacerlo chocó
contra un montón de árboles altos y cayó desmayada a través de ellos.
Al amanecer, el cielo estaba
despejado y se asomaba entre montañas los primeros rayos del sol pero ella aún
se encontraba desmayada entre ramas caídas, hojas y piedras. Por allí pasaron
la familia León pero al verla en vez de acercarse solo siguieron su camino muy
despacio y en silencio, también un par de ardillas que corrían mientras
peleaban por una bellota se toparon con la Dragón pero éstas inmediatamente se
miraron, partieron la bellota, se repartieron un pedazo para cada una y se fueron
rápidamente en sentido contrario. Los pájaros que aún estaban en sus nidos en
los árboles cercanos conversaban del accidente de la Dragón, pero ninguno se
atrevía a acercársele y ayudarla, unos por miedo y otros porque simplemente no
les importaba mucho.
Luego de un rato y por cosas del
destino, el Ratón pasaba por allí, llevaba un bolso detrás de su espalda y
comía un pedazo de queso. Venía de regreso de una reunión familiar, dispuesto a
buscar a la Dragón para salir juntos a conseguir sus sueños pero al ver a la
Dragón desmayada entre las ramas de los árboles su corazón se estremeció y se
le olvidó todo lo que venía pensando; tiró el pedazo de queso y se le acercó
para verla de cerca.
- ¿Qué te ha pasado Margarita? ¡Abre tus ojos, respóndeme!
Le dijo preocupado el Ratón al
oído, y en ese momento ella comenzó a mover su cola, sus ojos se abrieron
despacio y el Ratón apresurado se subió a su pecho. Ella tenía la visión
borrosa y le dolían varias partes de su cuerpo pero al ver a su amigo el Ratón,
sintió una energía que le recorría desde los pies a la cabeza. Suspiró y como
pudo se sentó, el Ratón se subió hasta una de las piedras que se encontraba
cercana a la Dragón mientras varios pájaros los observaban desde arriba, unos
impresionados, otros horrorizados, algunos temerosos y la mayoría susurraban
entre ellos criticándolos.
Pero tanto la Dragón como el Ratón
no se percataban de más nadie a su alrededor, en ese momento eran solo ellos
dos.
-
¿Qué te pasó? ¿Alguien te hizo esto? ¿Estás herida? ¿Te duele algo?
Al escuchar todas las preguntas y
al ver la preocupación del Ratón, la Dragón solo sonrío como aquella noche
cuando se conocieron. El ratón también le sonrío.
-
¿Crees que en la vida no se puede tenerlo todo? Le preguntó
preocupada la Dragón.
-
La vida es hermosa, a veces se tiene suerte y otras no tanto. Pero pienso en
que si te esfuerzas y no desvías tu mirada de tus objetivos puede que consigas
todo lo que te propongas. Le contestó confiado el Ratón.
El Ratón dio un brinco hasta las
ramas donde se encontraba sentada la Dragón y comenzó a observar cada parte de
su cuerpo, la Dragón sonrojada se tapó con sus alas.
-
¡¿Qué haces?!
-
Busco por si tienes alguna herida… Pero el Ratón al darse cuenta de
lo que estaba haciendo se detuvo apenado.
-
Me duele el cuerpo pero es debido a la caída. ¡Estaré bien!… ¿Me acompañarás
hasta mi cueva? Preguntó animada la Dragón.
El Ratón afirmó sonriente, la Dragón
se levantó con cuidado y ambos se dispusieron a caminar por el bosque pero en
ese momento escucharon los susurros de los pájaros y de algunas ardillas que se
habían unido para criticarlos y burlarse
de ellos:
-“¡Qué
horror!”
-
“¿Cómo pueden ser amigos dos seres tan diferentes?”
-
“¡Ese ratón parece tonto, si la acompaña ella se lo comerá!”
El Ratón molesto se detuvo de
golpe, comenzó a buscarlos y a observarlos a todos los que se encontraban
encima de los árboles hablando de ellos; la Dragón también se detuvo y fue en
ese momento cuando todos los pájaros y ardillas se dieron cuenta de que los
habían escuchado.
- Ahora yo les pregunto: ¿Por qué no la ayudaron si vieron que había
tenido un accidente? ¡Ustedes simplemente la ignoraron! ¡Ah! ¡Pero si tienen el
valor de criticarla y de criticar nuestra amistad!
La Dragón lo miraba conmovida y
apreciaba esa valentía que tenía el Ratón, eso le dio fuerzas para expresarse
también delante de todos.
- ¿Qué pasa si somos diferentes? ¿Acaso por eso no podemos ser amigos?
El Ratón miró orgulloso a la Dragón
y le sonrió, ese gesto le dio aún más fuerza para continuar.
-
Y sí. Tengo la capacidad de echar humo por mi boca pero no por eso voy a
chamuscar y comerme a todo el que se me atraviese. Además, prefiero los
vegetales y frutas.
-
Así que piensen antes de hablar, conozcan antes de juzgar…
El Ratón termino con esta frase,
luego sonrió y le aviso a la Dragón para seguir su camino. Ambos siguieron
caminando poco a poco hasta perderse en el bosque mientras que todos los
presentes aún en silencio se miraban entre sí, unos boquiabiertos, otros
cabizbajos apenados, y solo un par seguían riendo y susurrando entre ellos.
Al llegar a la cueva de la Dragón,
ella no podía seguir escondiendo su felicidad y agradecimiento por aquel
momento e inmediatamente se acostó boca abajo cerca del Ratón y le dio un beso.
Ella pretendía hacerlo en su mejilla pero era tan pequeño que con su gran boca
terminó besando todo su cuerpo. El Ratón sonrojado y nervioso comenzó a toser
mientras que la Dragón también un poco sonrojada se levantó y mirando hacia el
cielo le dijo:
- Gracias Antonio. ¡Gracias por todo!
El Ratón aún se encontraba en
silencio e inmóvil en el piso. La Dragón inmediatamente quiso cambiar el tema
de conversación para evitar estar más incómodos.
-
Antonio, ¿Cuál es tu inspiración?
Anoche tuve un sueño extraño, fue por eso que cuando desperté decidí salir a
volar un rato…
El Ratón curioso despertó de su
momento de timidez y volteó su mirada hacia la Dragón que se encontraba sentada
en la entrada de su cueva.
-
Entonces, ¿Estabas buscando tu inspiración? ¿En medio de la noche y con lluvia?
Ella sabía que aquello claramente
sonaba a una locura, pero era la verdad. Necesitaba conseguir su inspiración
para no convertirse en aquella Dragón amargada que destruía todo a su
alrededor. Había salido a volar porque estaba asustada, confundida y deprimida
por aquel sueño.
-Puede
que mi corazón aún no sepa qué es lo que realmente quiere, puede que de verdad
tenga que escoger… puede que no esté segura de cuál es mi inspiración.
La Dragón suspiró tan fuerte que
varias de las hojas caídas que se encontraban en el piso salieron volando por
los aires. El Ratón pensativo intentaba comprender lo que la Dragón estaba
diciendo, pero quizás intentaba comprender aún más lo que estaba sintiendo así
que se subió a una piedra que se encontraba cercana para estar más cerca de
ella y poder conversar.
-
Margarita, mi inspiración… es el amor. ¡El amor a la vida, a la música, a mi
familia, a los amigos!
La Dragón sonrió, volvió a suspirar
y luego elevó su mirada al cielo.
-
Lo importante es que escuches la voz de tu corazón en todo momento.
La Dragón aún con su mirada hacia
el cielo le afirmó con su cabeza.
-
Eso trataré de hacer a partir de ahora. ¿Sabes cuál ha sido mi sueño desde
pequeña?
El Ratón le niega con la cabeza.
-
Ser bailarina. Sé que puede sonar tonto que alguien tan grande como yo quiera
bailar, pero…
-
No me parece tonto.
-
Por que tú eres diferente, pero la mayoría cree que es imposible y tonto.
-
¿Y qué hay de ti? ¿Qué crees tú?
La Dragón lo miro fijamente y le
sonrío tímidamente, ella sabía a qué se estaba refiriendo su amigo. El Ratón le
devolvió la sonrisa. Ese día ambos entendieron que a veces no hacen falta
palabras para expresarse o para entender algo, ellos ya se entendían con solo
unas miradas y un par de sonrisas.
Después de unos minutos de silencio
y de miradas al cielo, el Ratón decidió irse para dejar descansar a la Dragón.
-
¿Nos veremos mañana? ¡Te esperaré
con una sorpresa! Le dijo la Dragón entusiasmada.
El Ratón le afirmó con su cabeza
efusivamente, se despidió y se fue con una gran sonrisa en su rostro mientras
que la Dragón se metió en su cueva y se acostó.
Esa misma noche tuvo otro sueño
donde vestía un hermoso vestido color azul que le combinaba con sus alas, estaba
parada sobre un escenario pero no había nadie alrededor, tampoco había público,
todo estaba oscuro. Luego se encendió una luz encima del escenario y pudo ver
que en una esquina había un piano y sentado frente a él estaba el Ratón. Su
amigo comenzó a tocar el piano y a cantar una linda canción; ella se dejo
llevar por el ritmo, por su corazón, por su inspiración y comenzó a bailar al
son de aquella canción. Cerró lo ojos y sentía como su corazón latía
fuertemente, se sentía muy feliz. Al terminar quiso acercársele al Ratón para
agradecerle pero en ese momento se encendieron otras luces dejando ver a todos
los animales del bosque que estaban de público viendo aquella presentación;
todos se levantaron de sus asientos al mismo tiempo y comenzaron a aplaudirles.
A la mañana siguiente la Dragón se
despertó sonriente, estaba decidida a dejar sus miedos atrás, a enfrentarse con
ella misma. Buscó entre sus cosas y sacó su único vestido, era de color azul,
estaba algo viejo pero a ella no le importó. Después de vestirse se miró al
espejo, se veía hermosa pero lo más importante era que se sentía hermosa; había
una chispa en sus ojos que ella misma no veía desde que era pequeña. Suspiro,
encendió su radio y comenzó a bailar sin parar por unas cuántas horas.
Lo que ella no sabía era que desde
una rama cercana a la entrada de su cueva la estaba observando el Ratón con
gran emoción. Cuando ella terminó y se dio media vuelta se cruzaron sus
miradas, ella no pudo evitar sonrojarse pero aún así, sonriente lo invito a
entrar a su cueva. El Ratón accedió obedientemente y le dijo:
-
¡Vaya, tienes talento! ¡Tenías razón, fue una gran sorpresa la que me diste
hoy!
La Dragón aún sonrojada le
contestó:
-
Pero ésta no era la sorpresa, ¡ni siquiera sabía que vendrías tan temprano! La sorpresa es que hoy conocerás algunos
lugares que nunca habías visto…
El Ratón la miró aún sin entender
mientras que la Dragón entusiasmada le aclaraba todo lo que ella había
planeado.
-
Me habías dicho que querías viajar y conocer lugares nunca antes vistos
¿verdad? Pues, te llevaré en mi espalda y volaremos hasta donde tú quieras ir.
El Ratón estaba emocionado pero
nervioso al mismo tiempo, realmente no se esperaba aquella sorpresa, sin
pensarlo la Dragón lo tomo entre sus manos y se lo acercó hasta su rostro para
decirle:
- ¡Salgamos juntos a conseguir nuestros sueños!
El Ratón se sintió feliz y le
abrazó un dedo cariñosamente. Ambos rieron al mismo tiempo. La Dragón colocó al
Ratón encima de su espalda, salieron hasta la entrada de su cueva, abrió sus
alas y le dijo:
-
No tengas miedo, agárrate muy fuerte. ¡No te dejaré caer!
-
¡Sé que no lo harás!
Inmediatamente la Dragón dio un
brinco para comenzar a volar por los cielos junto a su mejor amigo.
Muy cerca de allí se encontraba la tortuga
que se había topado con la Dragón días atrás, había visto todo desde lejos pero
no pudo llegar a tiempo antes de que emprendieran su vuelo. La tortuga se había
acercado hasta la cueva de la Dragón para pedirle disculpas por aquel día y
para ofrecerle su amistad pues se había dado cuenta de que sólo tenía gran
tamaño y eso no la convertía en malvada. Decepcionada por haber llegado
tarde, los vio alejarse en el cielo y
decidió regresar al bosque.
En el cielo iban la Dragón y el
Ratón muy felices, sentían la brisa fresca de primavera en sus rostros, tocaban
las suaves nubes y reían felices. Un pájaro que por allí volaba en dirección
contraria los vio y saludó amablemente:
- ¡Hola Amigos! ¡Que tengan buen
viaje!
Las Dragón sorprendida volteó a ver
al Ratón:
- ¿Será extranjero?
El Ratón se rió a carcajadas y le
respondió:
- Es bueno que aún quedan animales
amables, ¿verdad?
- ¡Vaya que sí!
Y sonrientes siguieron volando. Lo
que la Dragón no se imaginaba era que en cada lugar que visitarían conocerían a
tanta gente y harían tantos amigos, que todos le brindaban su amabilidad y que
la aceptaban como ella era; aunque quizás lo más importante era que ella se
aceptaba y quería con todos sus defectos y virtudes. El primer día visitaron
París, allí fueron a un café de animales elegantes y se deleitaron con música
romántica; luego pasaron por Roma y conocieron a cantantes de Ópera; en Madrid
el Ratón aprendió a tocar la guitarra mientras ella aprendió a bailar flamenco.
En los días siguientes volaron hasta Buenos Aires, allí la Dragón quiso
aprender a bailar tango pero no tenía pareja de su tamaño así que solo se
dedicaba a ver bailar a los demás animales en los locales más famosos de la
ciudad, mientras el Ratón aprendía técnicas de canto con uno de los mejores cantantes
de tango. Después de allí fueron a Venezuela donde la Dragón se divirtió mucho
bailando joropo haciendo que todos los animales presentes saltaran con cada
zapateada que daba, el Ratón se divertía viéndola bailar. También pasaron por
México, Canadá, Corea y Japón; en su último día de viaje descansaron en un
bosque de Australia, allí conversaron un rato largo antes de emprender su viaje
de regreso. El Ratón no pudo contener su alegría y abrazó una pata de la
Dragón.
- ¡Estoy tan agradecido contigo Margarita! ¡Gracias por este viaje!
- Yo solo quería regalarte este viaje para que conocieras el mundo y
terminé disfrutándolo tanto como tú.
La Dragón sonrío, estaba realmente
feliz.
- ¿Sabes? Yo ya había visitado estos lugares pero esta vez fue diferente,
ahora todo lo veo con otros ojos, ahora las siento. Y en parte es gracias a ti,
Antonio…
El Ratón le contesta:
-
Seguro lo dices porque esta vez no estabas sola, ¿lo ves? Soy un buen compañero
de viaje.
-
Puede ser… pero realmente creo que eres más que eso. ¡Eres un gran amigo! Y
cuando digo GRAN es porque eres GRANDE.
El Ratón se sonrojó y rió
tímidamente, esa fue la primera vez que la Dragón lo veía comportarse así y
también la primera vez que escuchaba al ratón expresar sus deseos de ser alto.
- Siempre quise ser más alto, ser grande… pero entonces no sería un
ratón, no sería yo…
-
No, serías… un canguro.
Ambos rieron a carcajadas.
El Ratón continúo:
-
Esa noche cuando te conocí me hiciste ver lo importante de querernos como
somos, de aceptarnos. Y la verdad es que junto a ti me siento así, ¡GRANDE!
La Dragón suspiró, se sintió
halagada.
-
¡¿Así que yo también te he ayudado?! ¡¿Nos hemos estado ayudando mutuamente?!
El Ratón sonriente asintió con la
cabeza. Y luego de ver un rato las estrellas en el cielo despejado, ambos se
acostaron uno al lado del otro.
-
¿Ahora ya sabes cuál es tu inspiración?
Le preguntó el Ratón mientras
bostezaba, la Dragón sonrió.
-
Sí. La amistad, el cielo, tú…
El Ratón se levantó impresionado y
con sus mejillas sonrosadas, al mismo tiempo la Dragón se dio media vuelta y
cerró los ojos simulando haberse dormido.
Al día siguiente ambos se
despertaron con los primeros rayos del sol, era un amanecer hermoso, especial,
maravilloso; era el inicio de un nuevo día y quizás el inicio de sus nuevas vidas.
Desayunaron sus comidas favoritas, un poco de fruta para la Dragón y un poco de
queso para el Ratón; al terminar, emprendieron su vuelo por los cielos de
regreso al bosque.
Después de muchas horas y
kilómetros de viaje descendieron hasta el bosque cerca de la cueva de la
Dragón, allí se encontraron con la tortuga.
-
¡Finalmente han llegado! Estaba preocupada… ¡pensé que no vendrían más!
La Dragón y el Ratón confundidos
intercambiaron miradas y luego miraron a la tortuga que inmediatamente se dio
cuenta de que les estaba gritando. Apenada aclaró su garganta con un poco de
agua que había en un charco cercano a la cueva de la Dragón y se volvió a
dirigir a ambos.
-
Todos los días venía para ver si ya habían llegado, para hablar contigo, para
pedirte disculpas…
El Ratón miró entusiasmado a la
Dragón y ésta se agachó para ver de cerca a la tortuga y preguntarle:
- ¿Disculpas por qué?
-
Disculpas por esconderme de ti, porque te juzgué por tu tamaño… Me di cuenta de
que eres muy amable, ¿quieres ser mi amiga?
La Dragón se emocionó, sonriente
tomó a la tortuga y la abrazó, luego la bajó hasta el piso y en ese momento
ella dijo:
-
¡Tengo una idea! Celebremos su regreso con una fiesta este fin de semana en mi
casa, invitaré a todos los del bosque.
La Dragón y el Ratón se miraron
entusiasmados y contestaron en coro a la tortuga.
-
¡Allí estaremos!
Los tres se rieron y luego el Ratón
le dijo.
-
Les daremos una sorpresa a todos.
El Ratón le guiñó un ojo a la
Dragón e hizo que ella lo tomara en la palma de su mano para susurrarle al oído
el plan que tenía. Despidieron a la tortuga que lentamente se alejó a través
del bosque mientras ellos se adentraron en la cueva para conversar mejor.
Y así pasaron los días hasta que
llegó el fin de semana, ese día la liebre ayudó a la tortuga a decorar el patio
de su casa, a cocinar ricos postres y bebidas refrescantes mientras que los
demás animales del bosque preparaban sus mejores ropas y conversaban entre
ellos sobre la fiesta y sobre el regreso de la Dragón y el Ratón.
Desde temprano la Dragón practicaba
su baile frente al espejo y en su pequeña cueva el Ratón practicaba el canto.
Ambos estaban entusiasmados de poder mostrar juntos lo aprendido en su viaje,
de poder mostrar sus talentos y sobre todo de hacer lo que más aman, juntos por
primera vez en un escenario frente a todos los animales del bosque.
A las siete de la noche la tortuga
ya estaba recibiendo a todos los invitados en la entrada de su casa, llevaba un
lazo de color rojo en su cabeza y se le veía muy emocionada; los primeros en
llegar fueron la familia león, las ardillas y la banda de murciélagos que
llegaron con sus instrumentos dispuestos a ordenarse en el escenario
improvisado. Luego llegaron el tigre comelón, la pareja de osos, la liebre, los
pájaros y el Ratón que llegó vestido muy elegante con un traje de color negro y
una corbata de color azul zafiro. Todos se saludaron, algunos comenzaron a
comer y a tomar las bebidas refrescantes mientras la banda de murciélagos
conversaba con la tortuga y el Ratón sobre las canciones que interpretarían esa
noche. Luego la tortuga con rostro preocupado le dijo al Ratón:
-
¿Por qué no habrá llegado Margarita? ¿Será que se arrepintió?
El Ratón pensativo pero esperanzado
le contestó:
-
No lo creo. ¡Ella vendrá, sé que lo hará!
Pasaron unos minutos y al ver que
aún no llegaba la Dragón, el Ratón decidió ir a buscarla; fue entonces cuando
ella entró a la fiesta con su vestido de color azul pero esta vez estaba
decorado con unas pequeñas flores de color blanco, todos se levantaron al verla
y la saludaban con respeto. Los pájaros le dijeron en coro:
-
¡Hola Margarita! ¡Tanto tiempo sin vernos! ¡Te extrañábamos!
-
Olvidemos el pasado y seamos amigos a partir de ahora…
Le contestó la Dragón y los pájaros
alegres y arrepentidos asintieron con sus cabezas mientras siguieron comiendo y
conversando con los demás invitados de la fiesta; enseguida la tortuga se le
acercó a la Dragón y le brindó un pedazo de sandía.
-
¡Finalmente has venido! Todos te estábamos esperando…
La Dragón se sentía dichosa, por
fin tenía muchos amigos, por fin había vencido su timidez y sus miedos, y por
fin abrió por completo su corazón. Desde el escenario improvisado la observaba
el Ratón con ojos brillantes, él también se sentía dichoso y al verla su
corazón latía rápidamente, estaba maravillado viéndola hablar con todos,
viéndola comer su fruta favorita y fue el sonido de los instrumentos de la
banda de murciélagos lo que lo despertó de su hipnosis.
La música entretenía la fiesta,
algunos se pararon a bailar mientras otros sentados comían y conversaban entre
ellos, el Ratón camino y se subió a un árbol cercano para saludar a la Dragón y
decirle:
-
Margarita, estás más hermosa esta noche.
La Dragón lo miró cariñosamente y
le contestó:
-
Y tú muy guapo Antonio, pareces un príncipe.
Ambos sonrieron cómplices y se
unieron a los demás en la fiesta.
Esa noche el Ratón cantó más de
diez canciones con su hermosa voz, la Dragón bailó hasta cansarse, y todos se
divirtieron como buenos amigos. El Ratón y la Dragón contaron las experiencias
del viaje por el mundo, luego la liebre hizo reír a todos con sus chistes,
después las ardillas hicieron actos de magia y por último la tortuga los
deleitó a todos con sus poemas.
Todos se habían convertido en
verdaderos amigos y eso era lo importante no solo para la Dragón o el Ratón,
sino para todos los animales del bosque. Todos reían y decían:
-
¡Y pensar que todo empezó también con una fiesta!
Después de muchas horas de fiesta,
baile, canto y diversión todos se despidieron y comenzaron a retirarse a sus
casas. Los últimos en despedirse de la tortuga fueron la Dragón y el Ratón.
-
¡Gracias por todo, hasta mañana!
Le dijeron en coro a la tortuga y
juntos se fueron caminando por el bosque iluminados por la luz de la luna y de
las estrellas. Iban planificando sus futuros viajes, sus futuros conciertos y
presentaciones alrededor del bosque, de la región y del mundo.
El talento de ambos era el tema de
conversación entre todos, pero lo más importante para ellos era que serían
reconocidos en su bosque y más allá de él, como la Dragona soñadora y el
amigable Ratón que dejaron a un lado sus diferencias y juntos lucharon por
conseguir y alcanzar sus más anhelados deseos.
Mención de Honor en el área de Género Cuento Infantil, XIX Concurso Nacional de Literatura IPASME 2015.
Las diferencias, la diversidades, enriquecen todo lo creado, permite que nos maravillemos cada vez mas a medida que recorremos el camino de retorno
ResponderEliminar;)
ResponderEliminar