La Cámara Mágica



Lucas no sabía que ese domingo tendría una aventura divertida y mágica junto a su abuelo Juan.
Era la una de la tarde y en el porche de la casa de sus abuelos se encontraba su abuelo Juan sentado en una mecedora mientras tomaba café. A su lado, acostado en el piso estaba su perro blanco de manchas negras, llamado Cairú, que se levantó rápidamente al ver que Lucas y su familia llegaban. Su abuela Amanda salió a recibirlos con galletas de mantequilla recién horneadas y mientras los padres de Lucas y su pequeña hermana entran hasta la sala, el abuelo Juan detiene a Lucas y le dice:

-       ¿Quieres ayudarme a resolver un misterio?

Lucas que lleva su gurrufío mágico guindado en el cuello lo mira entusiasmado y le hace un gesto de afirmación mientras se desvían y entran juntos hasta un cuarto de depósito que se encuentra en el patio de la casa, detrás de ellos el perro moviendo su cola. El abuelo toma de uno de los estantes un pequeño baúl de madera y saca de él una vieja cámara fotográfica instantánea, enfoca hacia una ventana del cuarto y al disparar el flash la ventana desaparece y se convierte en una fotografía en blanco y negro. Lucas abre los ojos sorprendido mientras el abuelo con rostro preocupado deja a un lado la cámara, Lucas la toma con cuidado para verla y le dice:

-       Abuelo, ¡Esta cámara debe ser mágica!

Pero sin querer Lucas toca el botón de disparo y hace desaparecer al perro, inmediatamente su abuelo se la quita de las manos y la coloca a un lado.

-       ¡Esta cámara es un peligro, Lucas!

Dijo el abuelo con rostro serio.

-       ¡Ayúdame a desfotografiar todas esas cosas…!

El abuelo saca varias fotografías de una caja de cartón y se las enseña. Lucas lo toma de la mano y hace un gesto afirmativo con su cabeza. Luego toma el gurrufío pero lo suelta inmediatamente, pues, estaba en compañía de su abuelo y recordó que la magia del gurrufío no funciona con los adultos.
Ambos salen al patio. Lucas revisa cada botón y cada detalle de la cámara con detenimiento, pero en ese momento, una brisa fuerte hace volar varias de las fotografías haciendo correr al abuelo detrás de ellas hasta salir a la calle; Lucas lo iba a seguir pero descubre al mismo tiempo una pequeña palanca en la parte inferior, así que decide quedarse y hacer girar muy despacio esa pequeña palanca. A los pocos segundos se queda sorprendido al ver que del lente de la cámara se asoma poco a poco un pequeño pájaro de color amarillo hasta que sale volando y desaparece en el cielo. Sorprendido vuelva a girar la palanca y ve salir un pastel de chocolate con muchas velas encendidas, pero a medida que va saliendo va cayendo al piso hasta desarmarse. Lucas ríe y sale emocionado en busca de su abuelo con la cámara en mano.
A un par de calles de la casa se encuentra su abuelo Juan desconsolado mirando cómo la fotografía de su perro Cairú es pisada por una ciclista que por allí pasaba, la recoge y se la enseña a Lucas que acababa de acercársele.

-       Lucas, llegué muy tarde.  Ahora Cairú, mi perro… está…está muer…

-       ¡Está aquí adentro abuelito!

Lucas sonriente le enseña la cámara mágica a su abuelo, al mismo tiempo que comienza a girar la pequeña palanca. Su abuelo Juan lo mira extrañado pero esperanzado al mismo tiempo y se sorprende finalmente al ver salir del lente de su cámara muy lentamente a su perro Cairú que inmediatamente le salta encima y comienza a lamerle el rostro. Lucas ríe a carcajadas.

-       ¡La cámara sí es mágica, porque guarda las cosas dentro de ella!

Dice Lucas a su abuelo mientras caminan a casa sonrientes. En el camino conversan amenamente.

-       Sí, ya veo… Pero prefiero guardarla y no usarla más.

Le responde el abuelo.

-       ¡¿Por qué?! ¡Si es genial!

Le dice Lucas tratando de animarlo. El Abuelo sonríe.

-       Entonces sólo la guardaré por unos años y te la regalaré cuando estés un poco más grande. ¿Qué te parece?

Lucas emocionado abraza a su Abuelo Juan.

-       ¡Gracias Abuelito! ¡A mí me encantan las cosas mágicas!

Dice Lucas con rostro pícaro tocando su gurrufío y finalmente entrando juntos a la casa.


Ilustración: Stefany Ojeda.



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