Corazón abierto
En la vida tenemos maestros o guías
que nos enseñan, que nos aconsejan y conversan con nosotros de diversos temas,
que nos guían o nos dan las pistas y empujones que a veces necesitamos en la
vida.
Después de un encuentro con uno de sus
maestros, Sophia no podía dejar de pensar en estas palabras: “Para acompañar una mente abierta se necesita
abrir el corazón”. ¿Abrir el corazón?, se preguntaba inquieta cada noche.
Para ello tuvo que recurrir a la
imaginación, cerrar sus ojos e imaginar el corazón como una casa, con su puerta
y sus ventanas. Darse cuenta de cada detalle, de cada fisura o herida, de las
áreas iluminadas o las que están cerradas bajo llave y sin un poco de luz; de
lo desgastado y cansado que puede estar o de lo nuevo y ansioso que está sin
estrenar. La mente, el alma y el corazón tienen una fuerte conexión, se envían
señales entre ellos, comparten experiencias, recuerdos, sueños… pero por alguna
razón a veces descuidamos lo que el corazón habla mientras la mente o el
pensamiento sigue su camino ignorándolo, y el alma… bueno el alma es el que
siempre cumple el papel de intermediario entre ambos; el alma es el que le
brinda la espada al corazón para luchar contra sus miedos y los creados por la
mente. Esos miedos en el corazón son los que hacen cerrar las puertas, los que
ensucian sus paredes, piso y cada rincón… son los que no dejan entrar a nadie y
por ende tampoco dejan salir a su dueño.
Después de hacerle una visita a su
corazón, Sophia limpió y sanó las heridas que aún estaban frescas; se percató
de que algunas de las viejas heridas ya estaban convertidas en cicatrices y no
podían borrarse, así que aprendió a quererlas como parte de sus vivencias y ya
no le dolían como antes.
Cada noche Sophia realizaba este
ejercicio, y por cosas del destino en el transcurso de la apertura de su
corazón conoció a alguien que no solo la ayudó a terminar de abrir las puertas
de su corazón sino también que se instaló allí para quedarse en el espacio más
grande. Le brindó toda su luz para iluminar las áreas oscuras y al mismo tiempo
Sophia pudo percibir un viento fresco que entraba y salía, que refrescaba no
sólo su corazón sino también su alma y mente.
Sophia estaba lista para salir, con
el corazón abierto podía sentir lo que antes no había sentido, podía ver cosas
que antes no había visto, podía hacer cosas que antes no se atrevía a hacer… Agradecida
tomó sus maletas y comenzó a viajar por la nueva etapa de su vida.
Sophia ("la que tiene mucha sabiduría")..., al nacer estamos tan puros y nuestra esencia permanece intacta, impecable, pero al transcurrir de la vida nos contaminan y olvidamos lo que somos, porque estamos y hacia donde vamos, por eso es necesario recobrar la consciencia y como la amiga Sophia recordar que la esencia se puede reencontrar en el corazón, por eso debemos preguntarle a el que siente para poder realizar lo que nos corresponda hacer, y de seguro emprenderemos ese viaje de retorno al infinito...
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