Los amores de Cecilia
A los 13 años Cecilia sintió amor en
su corazón por primera vez, sentía su corazón dar vuelcos cada vez que veía a
aquel chico que siempre paseaba en patineta. En clases anotaba el nombre de
ella junto al de él y en los recesos intermedios entre clase y clase salía
corriendo y se asomaba al patio escolar para verlo pasar junto a sus amigos. El
día que una amiga los presentó, no pudo esconder el sudor frío en su mano… Cecilia
no sabía que todo aquello era normal, producto de su crecimiento y de la
activación de sus hormonas. Cuando tuvo que cambiar de colegio pensó que
moriría pues ya no vería más al chico que le robaba sus suspiros; sin embargo
un año después apareció otro chico, totalmente diferente al anterior, con
cabello ondulado y siempre con una guitarra en mano. Y aunque no era muy buena
cantante y sólo sabía tocar el “feliz
cumpleaños” en el piano, se inscribió en el club de canto solo para pasar
más tiempo junto al chico de la guitarra. Cecilia sentía que estaba enamorada y
más aún cuando un día mientras descansaba sentada en las escaleras, el chico se
le acercó y arrodillado un par de escalones abajo, tocó y cantó una canción de
su cantante favorito.
Cecilia creció y se alejó a otra
ciudad para estudiar. Un día su corazón se comenzó a sentir cómodo cuando
pensaba y hablaba por teléfono con su mejor amigo de su ciudad natal… Ella
pensó: “El amor a distancia no está nada
mal” Y a pesar de la distancia y el tiempo ambos mantuvieron el contacto,
se veían en vacaciones, disfrutaban y reían. Ella pensaba que aquello sería
eterno hasta que inesperadamente, después de muchos años y sin previo aviso, su
corazón fue herido por punzones, cuchillos, lanzas y todas las cosas afiladas
que pueden existir… o por lo menos así lo sintió ella. Ya no recuerda si lloró
por eso, pero sí recuerda la desilusión y tristeza.
Después de sanar su corazón, se hizo
más fuerte y siguió amando… se convirtió en valiente, se arriesgaba y aunque
ninguna de esas veces fue la ideal o la soñada, ella lo seguía haciendo pues
nació para querer, para amar y enamorarse. Trataba de aprender un poco de cada
persona, de cada experiencia, de cada desilusión y de cada amor, pues éste siempre
era diferente, variaba con la edad, el tiempo y el espacio.
Hoy Cecilia se ha vuelto a enamorar
después de tantos años y cree fielmente en esa frase de Gabriel García Márquez que dice: “Quizá Dios quiera que conozcas mucha gente equivocada antes de que
conozcas a la persona adecuada, para que cuando al fin la conozcas, sepas estar
agradecido”. Ésta vez puede que sea la definitiva, ¿Lo será?; ni ella misma
lo sabe pero lo está disfrutando casi como aquella primera vez cuando tenía 13
años, aunque con más ilusión y pasión… ¿Qué
tiene de diferente esta vez? le preguntaron recientemente, ella simplemente
contestó: “Amo y me aman” y luego de
una pausa citó un fragmento de otro de sus escritores favoritos, Mario Benedetti: Y “Para estar completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena
conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor”.
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