Luz
No se había dado cuenta desde que
día exactamente había empezado a ver el mundo desde otros tonos, con más brillo
y más luz… Aún con tanta oscuridad a su alrededor adueñándose de los corazones
confundidos, Alicia tenía el antídoto y podía brillar como si del mismo sol se
tratase.
¿Cómo lo hacía? ¿Cuál era su
secreto? Se preguntaban todos, ¿Qué hacía para no dudar, para no dejarse llevar
por el caos colectivo, por el rencor y la ira que estaba desatada en ese mundo
que se estaba autodestruyendo?
En realidad tenía muchos motivos
para hacerlo pero uno de ellos era el que hacía realidad la magia de soñar, el
que la impulsaba a ser valiente, a ser mejor persona… el que la dejaba
experimentar el amor cada día de su vida.
L. Tolstoi escribió: “De igual modo que una vela enciende a otra,
y así llegan a brillar miles de ellas; así enciende un corazón a otro y se
iluminan miles de corazones”.
Entonces, ¿Cuándo tocaste mi corazón por primera vez? ¿Cuándo lo encendiste
e hiciste que brillara tanto? Alicia le preguntaba, pero Antonio solo le
sonreía, pues en su caso fue ella quien lo iluminó desde la distancia. Ambos se
conocían desde vidas pasadas, manejaban el poder de la luz y el amor… eso los guiaba
a encontrarse en todas las vidas para así amarse en cualquier idioma, en
cualquier tiempo y en todos los espacios. Ellos eran luz contra la oscuridad
que los acechaba, y esa luz era la que proyectaban a través de sus sonrisas, de
sus ojos, de sus corazones…
Sí, ambos se iluminaban mutuamente;
pero la tarea en este mundo donde volvieron a coincidir continuaba, pues debían
ayudar a iluminar los corazones de las personas a su alrededor… Ese era el objetivo.
El amor, esa necesidad fundamental
de todo ser humano estaba siendo oscurecida por las condiciones sociales que
implementaba el sistema, pero Alicia y Antonio sentían y tenían la necesidad de
convertir el amor en un fenómeno social que nunca decayera, que fuera capaz de
garantizar la sobrevivencia en el mundo. Todo, a través de la luz.
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