H. Murakami y yo
Fue en mi cumpleaños número 25 cuando una de mis
hermanas me regaló ‘Los años de peregrinación
del chico sin color, 色彩を持たない多崎つくると、彼の巡礼の年 ’, allí empezó mi admiración por
aquel hombre detrás de esas letras, detrás de esos personajes, detrás de esa
historia.
Tenía tiempo que no sentía esa magia y esa conexión
con un escritor, desde aquella vez en la que me devoraba las novelas de Isabel
Allende. Pero esa ya es otra historia.
Ya de por sí el nombre de la novela y su portada eran
altamente llamativos para mí y al adentrarme en la historia me atrapó esa
soledad y esos sentimientos expresados por su personaje principal Tsukuru
Tazaki. Sí, sentí
empatía, curiosidad, estaba realmente maravillada con tanto sentimiento
plasmado en cada línea y página.
Desde pequeña mi espíritu ha sido observador,
soñador, solitario y quizás es por ello que me atrae tanto el mundo de las
letras, de la creación de historias. Al
terminar de leer mi primer libro de Murakami enseguida fui a buscar más en
cuánta librería se me apareciera en el camino pues quería conocer y adentrarme
en sus otras historias. Tenía curiosidad por su trabajo y por él como escritor.
Y entonces llegó a mis manos ‘Tokio Blues, Norwegian Wood ノルウェイの森’ esa
vulnerabilidad inyectada en cada escena es sublime, el tratamiento que le da al
tema de la muerte y de la vida tiene la capacidad de hacernos reflexionar.
Lo bonito de leer
algo que nos gusta es que involucramos todos nuestros sentidos; la vista al
repasar cada letra y línea, el tacto al sentir la textura de sus páginas, el
oído al resonar las palabras o diálogos de los personajes, el olfato y el gusto
al percibir y saborear cualquier aroma que el escritor haya descrito. Esa es la magia de la lectura, esa es la
magia con la cual el escritor impregna su historia, esa es la magia con la cual
Haruki Murakami me hechiza con cada una de sus historias.
Luego de un breve
receso y de otras lecturas de intermedio, leí ‘Después del terremoto, 神の子どもたちはみな踊る’, 6 relatos cortos en los cuáles
la melancolía y la soledad son los sentimientos mejor representados (como en
casi todos sus escritos). La manera en cómo escanea, estudia y representa al
ser humano, la creación de esos mundos individuales, extraños para algunos y reconocibles
para otros… eso es lo que lo hace ser (a mi juicio personal) uno de los mejores
escritores de este siglo, un maestro del mundo literario.
Para Haruki Murakami, la música (en su mayoría: el jazz)
ocupa un lugar importante en la narrativa de sus historias, en su vida… Como un
compositor, le aporta un ritmo y una cadencia que hacen que el lector se deje
llevar a través de cada línea y es, a través de esas líneas que nace la
conexión y atracción entre el escritor y el lector.
Puede que en estas líneas no exista ninguna objetividad, pero,
al fin y al cabo, la lectura es una actividad y una experiencia individual, muy
personal… y yo al escribir esto simplemente quiero compartir la mía.
Un día en el que me encontraba en una tienda departamental,
mis pies caminaron solos hasta el pasillo de libros, ahí donde pueden pasar
horas y no me doy cuenta, ahí donde se me olvidan todas las preocupaciones y lo
de alrededor se desvanece, ahí me encontré con ‘Sputnik , Mi amor, スプートニクの恋人’, novela donde vuelve a tratar el tema de la soledad, de la
búsqueda, del amor… para algunos de una manera excéntrica, para otros con un
realismo mágico, un ejercicio emocional que hace que empaticemos una vez más
con sus personajes.
A mi parecer en varios de los diálogos que mantienen los
personajes de ‘K y Sumire’, el mismo Murakami describe su trabajo: “Una historia en algún sentido requiere un bautismo
mágico que conecte este mundo con el otro” o “En tus textos hay una fuerza, una corriente natural que hace que
respiren y se muevan por sí mismos”.
Su talento natural al escribir, su pasión y experiencia como
lector y escritor se pueden apreciar en sus reflexiones en ‘De qué hablo cuando hablo de escribir’, mi quinta adquisición de
Murakami, la cual encontré un día sin buscarla. Fue como una señal que me
indicaba el camino a la escritura; hay veces en que encontramos maestros de
profesión y de vida sin proponérnoslo y que, a través de una palabra, frase,
obra (en este caso su literatura) u acción, nos mueven y conmueven las fibras
más internas aflorando así nuestro sentir y ayudándonos a continuar trabajando
por nuestros sueños.
Impregnado de esa búsqueda interior, con una increíble
sinceridad y cariño a la profesión, Murakami se desnuda con libertad y nos
confiesa que como escritores debemos convertirnos en personajes de nosotros
mismos; sus consejos a la primera pueden parecer lógicos o repetitivos pero la
verdad es que son tan valiosos y necesarios; la empatía y la motivación son los
elementos principales que siento al leer a H. Murakami. Es un curso de
escritura creativa narrada en once capítulos y un epílogo de regalo.
Aún me quedan muchas de sus obras por leer, lo sé… pero de
una cosa estoy segura, seguiré descubriéndome, seguiré escribiendo libremente y
seguiré instruyendome e inspirándome de los maestros, de la vida y del amor a
esta profesión.
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